miércoles, 7 de julio de 2010

Himura


Ha llegado al Río de la Plata Tiempos de vida hostil, último disco de Himura, bajo el colectivo musical de Mago Fermín y la producción de Moflete Humano 9. La cubierta anuncia que Mario presta su voz a la banda, y que la secundan con sus acordes Edu (bajo), Jorge y Natxo (guitarras) y Luismi en la percusión. He tenido un día feroz, y me apoltrono para escucharlo.

* * *

Yo tengo una mujer, que tiene una sobrina, que de tanto vivir en España habla como española aunque es argentina, y ella tiene un chico (un chaval) que es español y habla como español, pero de tanto noviar con una argentina, ha dado en ser hincha (aficionado) de Boca. Y así, por relación transitiva, ambos se han convertido en mis sobrinos.
Pues bien: de visita ellos en nuestras tierras he invitado a este sobrino a mi casa, lo he sentado a mi mesa, y ha honrado una cerveza marca Quilmes, que bien puede llamarse Zaragoza.
- Encantado: me llamo Mario.
“Tiene voz para entonar boleros”, pienso, alertado por mi mujer de que el joven es músico.
Convengamos que a pesar de tanto aire cosmopolita, los argentinos somos provincianos. Somos de una provincia a extramuros del mundo. Nos dejamos guiar por las hueras apariencias.
“Es raro que con tanto piercing no ande sangrando por la vida”, le confío, en un aparte, a mi mujer, la tía.
Ella acota que no es capaz de distinguirle los tatuajes de la piel de los estampados de su campera.
Luego de algunas cortesías y cumplidos, se sientan a la mesa.

* * *

Leo en la cubierta el candoroso agradecimiento al Sapo Pepe. “Esto es alentador. Grave hubiera sido la evocación de Gaby, Fofó y Miliki.” Suenan los primeros acordes y de inmediato oprimo el stop. El control remoto vacila: las pilas están cansadas. Opero manualmente el stop, sobresaltado. Mi equipo es viejo, ha de andar mal. Sólo he oído algunos rugidos, más un ruido como de motores de avión fallando, y la pista 1 ha dado paso de inmediato a la pista 2. Se ha producido un salto. Alguna pelusa, nada que un soplido no pueda remediar. Vuelvo a poner el disco. He tenido un día feroz y sólo la música me podrá distraer. No quiero pensar.

* * *

La cena transcurre a la luz de la luna y de los faroles, bajo constelaciones de estrellas distintas a las que engalanan los cielos españoles. El detalle no le pasa desapercibido a Mario, quien musita al oído de su enamorada algún requiebro. Alcanzo a escuchar que esos cielos son tal como ella se los ha sabido contar, como le ha narrado muchas veces que eran los cielos de su temprana infancia.

- Pues yo no te he dicho nada de eso.
- Mujer ¿quién si no tú? ¿Quién habría podido hablarme de los cielos del hemisferio sur sino tu, cariño?

Mi mujer –su tía- está encantada. Mario es un excelente partido.
Quizás nuestra sobrina casi siempre piense igual, pero no mientras monta en cólera.

- Yo no he sido. Por eso me pregunto: ¿quién puede haberte dicho semejante gilipollada? (semejante boludez).

Mario posee un carácter que funde a los modales de un inglés, el donaire de un parisino. No prescinde en nada de esa galantería tan española. Una leve sonrisa flanquea sus palabras que adivinamos conciliadoras, a duras penas escuchadas entre los reclamos de su prometida, unos growls de lo más afines a alguna pieza de brut death metal.

* * *

Por un instante me tranquilizo, porque mi equipo no anda mal –y eso permite olvidarme de gastos y diligencias con el técnico- pero la evidencia de la absoluta fidelidad del sonido escuchado, me fuerza a desplegar el folio con los textos de las letras.
Vudú y Virus están cantadas en castellano, pero con una dicción tan universal que un albanés podría considerarlas también expresadas en su lengua madre. Un torbellino de riffs y blast beats machaca, arrolla, atropella, centrifuga, demuele, frenetiza, despierta a los dormidos.
“Ya no controlo mis movimientos...” “Vomitarás tu propio cuerpo.”
Adiós a la distracción y adiós al no pensar.
He tenido un día feroz.

* * *

Finalizado el incidente conyugal, principia uno legal. Rosario, le pide a su flamante primo que, dado que es músico, le cante “El sapo Pepe”. Como él lo sabe cantar.
Procuro alertar a Mario que una candente puja tribunalicia puebla los titulares de las revistas infantiles: tanto Pipo Pescador como una tal Adriana reclaman la autoría del hit. ¿Para qué agregar a un tercero en discordia?
- Soy apegado al estricto cumplimiento de las leyes. Conduciendo, no tomaría una calle de contramano jamás. Menos aún en Buenos Aires.
Un legalista.
Rosario nada sabe de argucias de leguleyos e insiste en una nueva versión del Sapo Pepe.
Explico a Mario que la canción narra la respuesta repetida –hasta el hartazgo- que un sapo llamado Pepe le brinda a todo lo que le dice el dueño del jardín. A todo lo que se le propone, Pepe sólo “salta y salta”.
- Los niños gustan de la reiteración de sus ilusiones.
- Los adultos también, aunque no se den cuenta –le digo yo.- Todos los días se prestan a reiterar la misma rutina de su trabajo para otro, bajo la ilusión de reiterarla en el contexto del ejercicio de su libertad.
Me excusé, al cabo, por haberme puesto a hablar de política.
- Yo solo soy un músico, no sé nada de esas cosas. Pero no os aflijáis, tío. Que la gente se enoja mucho cuando le repiten siempre lo mismo. Pero yo no me enojo si repetimos esta cerveza.

* * *

Hay una pausa de un segundo entre la pistas 2 y 3. Me alcanza para parpadear: un alivio, los ojos me arden.
“Ven, limítate/ a colaborar/…/ sigue en la fila/ cumple las normas/ asume tu puesto/ domesticado/… tan sólo somos/ carne adiestrada.”
Termina la tercera pista. Han pasado, en total, dos minutos y cuarenta y siete segundos del disco. Comienza el minuto y medio siguiente que se titula Violento despertar. Unos tambores de guerra, como han de redoblarse unos tambores en una guerra grindcore, lo preambulan. Es un llamado al combate. Resulta curioso que provenga del Primer Mundo. ¿Hay varios Mundos? Las letras siguientes parecieran desmentirlo: en el tema más prolongado de todo el disco, en el único con dos voces, Ira, se cuela una concepción animista de los elementos naturales que vienen a vengar la acción humana insensata, que insiste en la reproducción de las condiciones de su propia inmolación. “Furia descontrolada desde la naturaleza”. El mismo mensaje de Fotofobia: un sol que provoca heridas. Pero no hay derecho a elegir nada. Ni la propia muerte. Otros elegirán nuestra muerte. En Agonía: “Permanece condenado atado a una cama/ impaciente y observando, consciente y enterrado/…Quien decidió por mí mantenerme con vida/ obligado a agonizar, soy un cadáver/… Vivir es un derecho, no es una obligación/ quiero ser el dueño de mi muerte.” Como hace el líder del Primer Mundo, con sus prisioneros de Guantánamo.

* * *

Las cervezas hacen fluir el habla. La luna es compañera de la poesía. Prescindiendo de todo comentario insidioso sobre constelaciones, de cualquier sapo que solo “salta y salta”, nos entregamos a algunas consideraciones líricas, no exentas del paulatino y recíproco abrirle al otro las respectivas almas.
Se ha percatado de mis convicciones políticas. Indago en las suyas:
- Terrorismo selectivo.
Algo me hace intuir que es ateo. Siendo Mario de profesión ebanista, le azuzo un poco con el Cristo carpintero, con las Magdalenas, con los clavos de la cruz. Nos enfrascamos en una polémica religiosa. Le postulo que Cristo era comunista. Creo que el tío (no yo, sino Cristo) no le cae mal porque resume su profesión de fe, con laconismo:
- Distintas formas de dolor.
Discurrimos por valles de lágrimas, por caídas de los edenes, por pecados originarios, por castigos, por Apocalipsis. Va otra cerveza.

* * *

Rugidos feroces, como el canto primigenio del hombre al caer al mundo desde las alturas del Edén. NSM habla –grita- sobre el sentido de la vida. La bienvenida con que se recibe al nonato: “Acabas de nacer en una fosa común.” Una visión crustcore de este sentido. Nacer. Sufrir. Morir. “Este es el ciclo que hemos de cumplir.”
El bálsamo sobreviene de inmediato: un maximalista vería en Adoctrinados una canción pop, pero a los no iniciados en los secretos del metal extremo, nos suena cual un death metal melódico, si se nos permite la creación de un nuevo casillero. Los riffs ceden –unos breves instantes- a un solo de guitarra. La letra alcanza a entenderse. Dura dos minutos, un exceso para el género. Largo, como el odio que crece.
Abrevando en la raíz punk, renegada madre de las criaturas, Anticop es el tema antipolicial que no debe faltar en ningún álbum. Es una profesión de fe, como el santiguarse al ingresar al templo. Y cerrando el conjunto de once pistas, Mutaciones abunda en rugidos y voces guturales, baterías que son como tableteos de ametralladoras, guitarras que suenan como licuadoras rallando huesos, bajos con cuerdas de tripas que se tañen como latigazos. Al final, el silencio de los muertos es un alivio. Han pasado diecisiete minutos y cuarenta y cinco segundos de disco. He tenido un día feroz.

* * *

Mis sobrinos se aprontan a retirarse. Se recogen temprano, desdeñan los excesos y cultivan la vida sana. Tal como al llegar a casa, han vuelto a convertirse en dos tórtolos. Se toman (cogen) de las manos. Nos preparamos para un retrato antes de las despedidas. Las camaritas digitales con disparado automático son un gran invento. Nos ponemos en pose. Mi sobrina nos acomoda:
- Tíos, cójanse (tómense) para salir mejor.
Y yo, que soy algo lento, me quedé un rato perplejo, y por eso salí de mal semblante en la foto, y por eso no quise agregarla acá. Pero les aseguro que Mario ha salido con una sonrisa apacible y serena, y tras alzar en brazos a Rosario con mucha delicadeza, la han llenado de mimos al despedirla.


(Puede escucharse a Himura en

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Impecable relato, aunque pondría en dudas ciertas aptitudes del anfitrión, pues no parece haber habido más que cuatro cervezas jajajajaja!

En serio, muy bueno el relato y si bien no soy cultor de tras metal o todos los metal que vienen en consonancia, es una música de protesta, una suerte de voz contestataria del orden imperante que es bastante parecido al de acá, coincidienco son tu afirmación (ironía de la pregunta)de que no hay varios mundos sino uno.
Es más, estoy leyendo "la filosofía feroz", de Michel Onfray, y te asustaría ver cuán parecida es la cosa allá.

Te mando abrazos y saludos.